Si bien las razones de por qué puede aparecer un problema pueden ser numerosas, como sociedad hemos estado negando (o no dándole la importancia suficiente) a cómo nuestra alimentación puede afectar nuestra salud mental.

Si bien cada uno es libre de comer lo que le plazca, quienes realmente deseen tener una mente y cuerpo sano a la hora de trabajar, pueden encontrar en la alimentación, el factor que les podía estar faltando…

¿Nos estamos cuidando a nosotros mismos?

Lo queramos o no, somos la sociedad en la que nacemos y con eso vienen un montón de costumbres (alimenticias dentro de ellas) que adoptamos sin pensar y que pueden llegar a estar jugándonos en contra para lo que deseemos lograr. Nuestra forma de alimentarnos nos dice si somos proclives a tener diversas enfermedades como las cardíacas, diabetes y ahora se incluye nuestra salud psicológica.

Para que veamos un ejemplo del día a día: la cafeína es la bebida típica de la gran mayoría de la sociedad para empezar la jornada y también para “mantenerse” a lo largo de la misma.

Se ha comprobado que la cafeína termina generando problemas a la hora de dormir y esta falta de sueño termina provocándonos daños a nuestra salud mental. Ese es el recorrido.

Podemos ir aún más lejos y mencionar que todos los problemas psicológicos están relacionados en algún punto con el déficit en la capacidad de sueño. En segundo lugar, una dieta con excesos de azúcar pueden generar que nuestros cuerpos sean mas proclives a tener episodios de nerviosismo, malhumor, ansiedad, enojo, distintos tipos de depresiones y estrés, entre tantos otros problemas.

¿Qué pueden hacer las empresas al respecto?

Para comenzar, las empresas pueden obtener un aumento en la productividad de sus empleados si les otorgan el tiempo necesario para almorzar. De vez en cuando podemos ver en algunos lugares, una cultura que condena el tiempo destinado para que los empleados coman, en donde esta “mal visto” por así decirlo.

El hecho de comer en el escritorio mientras se sigue trabajando es un viejo conocido para muchas personas. Esto no solo genera una caída en los niveles de salud mental de los trabajadores, sino que la productividad que obtiene la misma compañía sigue el mismo camino.

Además, existen algunas corporaciones que sin quererlo pueden ser parte del problema si ofrecen comida chatarra o con excesiva azúcar a sus empleados constantemente. Si no lo hacemos con nuestros hijos, ¿por qué hacerlo con nuestros empleados?

¿Qué pasa cuando NO hay tiempo para comer?

También hay ejemplos de empresas que por tener horarios cambiados o por incitar a sus empleados a realizar largas horas extras constanstemente, puedan estar perjudicándose a sí mismas. Porque un empleado sin tiempo para acudir a un supermercado (o similar) y cocinarse a sí mismo, es proclive a comprar o prepararse comidas rápidas o chatarra con tal de solucionar la carencia de tiempo, impactando en la salud mental y su posterior rendimiento laboral al día siguiente. Pero todo esto puede cambiar si lo deseamos.

Las decisiones que tomen tanto los empleadores como los empleados en cuanto la alimentación van a ser decisivos para determinar cuáles serán los niveles de salud mental que se manejarán. Tenemos la posibilidad de elegir el camino de la productividad y salud, o el de el estrés y la emergencia.

Es verdad que hay otros elementos que también pueden influir positivamente en la salud psicofísica de la persona, como el contar con una buena silla que cuide nuestro cuerpo durante largas sesiones de trabajo, una cultura que incite el trabajo en equipo, creatividad, entre otros. Pero la alimentación es una de esas cosas que con un esfuerzo no muy grande, puede mejorar exponencialmente la vida laboral (y sentimental) de las personas.